
Vaya por delante que no tengo idea de astrofísica ni nada que se le parezca, Tengo algo de vocabulario pero totalmente vacío de contenido (materia oscura, agujero negro, antimateria,…) Incluso diré más, algunas de ellas escuchadas en la serie Big-Bang. Pero no me digan que no es inquietante y motivador que algo que sucedió en algún lugar del universo hace 7000 millones de años haya llegado ahora a la Tierra y sólo con sofisticadísimos medios se haya detectado la onda gravitacional (otro par de palabras) durante una décima de segundo y pueda revolucionar la concepción del universo.
Esto me lleva a alguna reflexión ¿Cuantas de estas ondas habrán llegado durante millones de años a la Tierra? Todas y cada una de ellas podrían revolucionar nuestras teorías sobre el cosmos. Esto es una perogrullada. Sin embargo, un ser humano pudo decir hace tiempo (Einstein) que podría suceder como las ondas que se producen al tirar una piedra al agua o Newton y la famosa historia de la manzana. Explicación más sencilla, imposible. De lo particular a lo general, algo que había visto la humanidad durante siglos convertido en imagen de un misterio cósmico. Fascinante la imaginación. Pero hay algo inquietante y de respuesta que ha de ser puramente humana o mejor, llamémosle filosófica y que no significa cosa sólo para filósofos. Algo que no debería existir, existe. Algo que ni la más arriesgada de las imaginaciones podía concebir y, sin embargo ahí está como reto para la mente humana. Pienso en alguien en la Grecia Antigua o el Egipto faraónico mirando al cielo sin sofisticadísimos medios, sólo con su mente y su experiencia elaborando teorías sobre lo que sucedía allá arriba, pensando en lo que debería existir y lo que no debería.
La historia de la humanidad es la de algo que no debería existir, existe. Aplíquese a lo que se quiera, en positivo y en negativo, y verán que cuadra con multitud de cosas. Todo descubrimiento y avance en cualquier área del conocimiento es un «eso no debería existir» Desde hace un millón de años, no dejamos de sorprendernos, quizás sea nuestra condición humana la de nunca llegar a la monótona seguridad de lo inamovible, gracias maestros Heráclito y Parménides. Lo que hay ahí fuera es incontrolable, es caótico, nuestra mente lo racionaliza, lo ordena. lo doma y, si es posible lo utiliza en beneficio propio, las dos mayores revoluciones de la historia tienen que ver con el dominio (y destrucción) parcial de la naturaleza, la neolítica que produjo la agricultura y la industrial. Y en ambas «Lo que no debería existir, existió». Pensemos en algo modesto, soy de los que salía de casa a las siete de la mañana y vivía incomunicado, salvo por alguna cabina telefónica y en situación excepcional, hasta que volvía casa. Ahora llevo el mundo en el bolsillo, sólo hay que tener cuidad de tenerlo recargado.
Una vez, que yo sepa, se vaticinó el fin de la historia. Al margen de su poco pero magníficamente retribuido por grupos neoliberales, recorrido, si no había suficiente con los avatares de la humanidad, una décima de segundo de algo sucedido hace 7000 millones de años viene a decir «Vaya estupidez». Y como desde hace miles de años alguien de la humanidad tratará de dar respuesta al caos imperante ordenándolo y dando razones, revolucionando todas las explicaciones de nuestro devenir y el de nuestro paisaje cósmico y siempre volveremos al «eso no debería existir» o a algo más mundano «eso no debería ser así» o mejor, pogámonos literarios. Shakespeare por boca de Hamlet a su amigo escribió aquello tan hermoso de «Hay más cosas en la tierra y en el cielo, Horacio, de las que puedas inventar con tu filosofía»