
Última entrega. Llegó el 18 de julio de 1936. La conspiración de alguna parte del generalato, el truncado liderato de Sanjurjo, la organización a cargo de Mola, Varela, Cabanellas, Kindelan, Goded, Franco… Y un gran número de jefes que se encargaron de eliminar a aquellos generales que se mantuvieron leales y tuvieron la mala suerte de estar en el sitio equivocado.
Cuando pienso en ese día viene a mi memoria un fragmento de una obra de Albert Camus “La sangre de la libertad” en el que dice “Franco, un general rebelde que al frente de un ejército de moros se levantó en nombre de Cristo contra el régimen legalmente constituido de la República de España”
No seré yo el que corrija a uno de los grandes intelectuales europeos y aunque nunca tan corta frase puede definir y explicar tan enorme desgracia no cabe dudad que hay elementos que llevan a reflexión. Desde luego Franco fue rebelde o más bien traidor ya que había jurado fidelidad a la República siendo director de la Academia de Zaragoza. No fue en puridad un ejército de moros, pero estaba claro que el grupo militar mejor preparado era el de África, sin su paso a la península la suerte del golpe hubiese sido otra. Cristo, el futuro generalísimo no era muy creyente, pero encontró en la Iglesia un apoyo incondicional que justificó todas sus acciones y convirtió una guerra fratricida en cruzada. Y, por último, no cabe duda de que se sublevaron contra un régimen legalmente constituido.
Dicho esto, quisiera hacer una reflexión final. Nada justifica la sublevación del 18 de julio, nada justifica levantarse de manera violenta contra un régimen democrático, nada justifica el uso de la violencia. Sin embargo, tras el triunfo de los sublevados se instaló, lógicamente por otra parte su versión de la victoria. Y, cómo consecuencia, parece que hay que seguir buscando las causas. Una manera de espantar los fantasmas. Esa manía de afirmar algo y añadir “pero”, cuando aparece esa palabra comienza la justificación directa o indirecta como queriendo ponerse por encima del bien y del mal. ¿Fue la II República un régimen idílico? No ¿Hubo políticas erradas? Sí ¿hubo políticas acertadas? Sí ¿Hubo violencia? Sí ¿Fue una época caótica? No ¿Se mejoró en derechos? Sí ¿Hubo alternancia política? Sí ¿Hubo conflictividad social? Sí ¿Todas las opciones políticas tenían voz? Sí ¿Gentes de la izquierda usaban lenguaje agresivo? Sí ¿Y gente de la derecha? Sí… Y ahora pongámosle fecha… La actividad y acción política de cualquier época en cualquier país ¿Alguien piensa hoy en día en un golpe de estado como solución?
Pero, eran los años 30 y hay que situarse como he tratado de hacer con los artículos anteriores. El fascismo avanzaba como opción, la república española se encontró con regímenes liberales debilitados frente a las soluciones autoritarias y algo que creo que es una de esas caras del poliedro de la guerra civil: la patrimonialización del poder. El golpe militar fue apoyado por los que consideran que el poder en España es suyo y el triunfo les reafirmó en esa idea.
Hoy, casi noventa años después con casi cincuenta años de democracia sigo habiendo esa idea de que el poder pertenece a determinado grupo. La reacción que tiene la derecha de España cuando pierde las elecciones es patrimonialista y no estoy diciendo que sean golpistas y ahora añadiré lo de “pero”
Siendo José María Aznar presidente estaba defendiendo su indefendible actuación en Irak. Utilizó las cesiones hechas a Hitler para justificar que no se debía ceder ante Sadam Hussein. Habló de que había que haberle parado los pies en Checoslovaquia, Austria, el rearme y unas cuantas más “pero” se olvidó de la intervención fascista en España que restituyó en el poder a los de siempre, se ve que ahí no había que pararle los pies porque aquello si fue justo y necesario.
A pesar de lo escueto, me quedo con Camús.