
Lo primero que hay que decir es que no todo el ejército se sublevó el 18 de julio de 1936. Ni todos los oficiales eran golpistas ni hubo un levantamiento generalizado.
Sin embargo, existe una continuidad en cuanto a la intervención de los militares en política, y tal y como se desarrolla el golpe de estado se podría de decir que es parte de esa continuidad.
El ejército español contemporáneo surge de su desaparición. La invasión francesa y la guerra de la independencia da lugar a crear una nueva organización al margen del tradicional surgido de los tercios y las reformas borbónicas. Los nuevos oficiales y jefes surgieron de las partidas populares y los jefes eran sus líderes naturales. Las circunstancias políticas que acompañaron al conflicto hicieron que estos jefes se dividieran entre liberales y absolutistas, por lo tanto una oficialidad politizada. A partir de aquí los cambios políticos en España llevan nombre de militar. Riego, Espartero, Narváez, O’Donell, Prim, Serrano y Martínez Campos. Sin olvidar las llamadas asonadas o pronunciamientos que quedaron en intentos. Añadamos a los carlistas, Zumalacárregui, Cabrera, Maroto… A partir de 1874 se produce por primera vez un escenario civil con los gobiernos de la restauración de Cánovas y Sagasta y la brillante idea de convertir al rey Alfonso XII en capitán general, una manera de que hubiera un mando por encima de todos ellos, es decir, el jefe de estado era militar. Su hijo el XIII también los fue pero además por convicción rodeándose de generales con los que compartía algo más que el uniforme. Pero en medio había sucedido algo, la derrota de Cuba y Filipinas, el retorno de un montón de oficiales que crearon un problema de sobredimensión. Había que buscar un nuevo campo de juegos, y ese fue el protectorado español de Marruecos, un territorio entre Tanger y Melilla, el terrible Rif. En 1905 un grupo de militares volvió a amenzar al gobierno y hubo que aprobar la ley de jurisdicciones que permitía juzgar a los civiles con el código de justicia militar. La intervención en 1909, y una nueva amenaza en 1917 donde los junteros, militares que malvivían en la península exigieron los mismos privilegios que los llamados africanistas. Un conflicto solventado de nuevo con cesiones gubernamentales. Y, mientras desastres en África que culminan en julio de 1921 en el desastre de Annual en el que murió, el general Fernández Silvestre, amigo personal de Alfonso que inició una campaña suicida muy probablemente azuzado por el monarca. Su superior el general Berenguer se limitó a mirar hasta que ya no hubo remedio y 14000 cadáveres. El general Primo de Rivera en 1923 vino a terminar con la investigación y a tratar de amparar al general rey frente a la crisis que le amenazaban.
Y llegó 1930 y los tenientes Galán y García Hernández además de oficiales de Cuatro Vientos intentarón un golpe de estado contra la monarquía.
Después la República de abril. Y frente a ella un ejército parcialmente politizado, amparado por la idea del salvador de la patria ¿Todos? No…Los suficientes