
La guerra civil lo engulle todo, incluido lo que representó el hundimiento de un régimen y el advenimiento de otro. Un hecho de una importancia capital que quizás por lo rápido del proceso en sí, las jornadas del 12 al 14 de abril, pasa casi desapercibido. Cómo en todo muchas son las razones pero quisiera señalar una que me parece de gran peso y que, por supuesto, tuvo consecuencias en la II República,
El régimen de la Restauración por su propia naturaleza fue incapaz de incorporar actores diferentes a los que lo crearon y sustentaron. Los tiempos cambiaban, la sociedad avanzaba y los nuevos actores que al principio se consideraron comparsa pasaron a tener un papel primero secundario pero después principal, sin que por ello fueran incorporados a la realidad política del país amparada en una oligarquía de base caciquil y democracia viciada que impedía cualquier tipo de cambio y ampliación de la base social.
El movimiento obrero, fundamentalmente el socialista, tanto político como sindical, los nacionalismo periféricos, vinculados por su derecha al sistema, todo hay que decirlo, los movimientos culturales y universitarios encabezados por la intelectualidad del país, clases medias progresistas representadas por partidos pequeño burgueses fundamentalmente republicanos, tanto de derechas como de izquierdas.
La cerrazón del sistema con tímidos intentos de transformar la situación fracasados todos ellos tras el golpe de 1923, causó el colapso al quedarse seco de apoyos socialmente y ampararse sólo en las posibilidades de un sistema que nació viciado y cuyos mecanismos se iban oxidando sin que nadie fuera capaz de parar la enorme maquinaria que se paralizaba desde dentro y desde fuera. En palabras de don Julián Besteiro la restauración dio sus últimos pasos y murió como los grandes elefantes africanos quedando un esqueleto en pie por la inercia de su peso.
Cuando se proclamó la República todos aquello actores salieron al escenario. Grupos que jamás habían tenido el poder se vieron de la noche a la mañana en los despachos del gobierno. La política cambió de manos pero no el poder económico, las estructuras eran las mismas, la administración también. El país quería ver resultados, semejante cambio debía ser para algo, indudablemente el nuevo poder político también, así estaba señalado en la hoja de ruta del nuevo gobierno pero el elefante estaba allí.
Salud