
Una ola de presentismo se ha apoderado de los que justamente reivindican que hay que acabar con el racismo ¿Y qué es eso del «presentismo»? Pues algo que cualquiera dedicado a la historia debe evitar (otro día hablaremos de la subjetividad que es algo diferente) y que consiste en leer el pasado con criterios del presente. Y así corre por ahí una lista de personajes cuyas estatuas deben ser descabezadas o derribadas acusados de racistas, desde Cristóbal Colón a Churchill pasando por los generales del sur de la guerra de secesión americana.
Pero no siendo esto suficientemente llamativo se han alzado los que se han lanzado en tromba aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y han cargado en defensa de las esencias patrias. Dos ejemplos. Una airada manifestante en televisión decía que si te parecía mal descabezar a Colón es que era partidario del racismo y el genocidio cometido en América. En el lado contrario una de extrema derecha diciendo que gracias a Colón llegó la civilización y se acabó con sacrificios humanos y canibalismo y que la anterior era… no hace falta reproducir todos los epítetos que últimamente profieren los de VOX.
Era evidente que la ola acabaría llegando y que uno de los objetivos iba a ser la estatua de Colón de la las Ramblas de Barcelona. Pero no preocuparse que la alcaldesa ha dicho que no la van a quitar aunque está de acuerdo con el juicio sumarísimo al almirante y van a poner a los pies una placa crítica que, por supuesto no supervisará nadie del ramo de la historia porque de todos es conocido lo que hizo, mira si lo es que ni siquiera sabemos donde nació. Volviendo a la placa, hay que poner a caer de un burro al eximio navegante. Y luego el problema que tienen ahora los del institut Nova Història que andan reivindicando la catalanidad del marino y resulta que han de añadir, según se le señala ahora, un nuevo racista y esclavista a la nómina de catalanes insignes, claro que esto del tráfico de esclavos no es extraño a unas cuantas familias de por aquí que así hicieron la base de sus actuales fortunas.
Un despropósito. Todo es un despropósito. Ni derribar la estatua de un personaje del siglo XV ni caer de rodillas admirados cada vez que se pasa frente a ella y mucho menos aplicarle lo que pensamos en el siglo XXI porque entonces deberíamos comenzar a borrar el pasado de la humanidad desde el mismo inicio hasta que alguien decida en que punto comienza el poder reivindicar y contar… O, solución, vamos colocando placas críticas desde las pirámides de Egipto al canal de Panamá sustituyendo todos los estudios históricos realizados hasta la fecha porque donde se ponga una placa crítica…
¿Y entonces la historia con mayúsculas para qué está? Pues para activistas y salvadores de la patria para nada porque ya se han construido la propia en función de sus conocimientos y deseos que en nada coinciden con los estudios serios sobre el asunto de América. Porque el siglo XVI era el siglo XVI y no el XXI y jamás se debe pedir a Colón que pensase como un activista de hoy en día. Y, ciertamente se le puede contraponer a Bartolomé de las Casas y otros. Porque en su contexto está todo inventado Aunque el primero podría ocasionar un problema abogó por traer esclavos negros para evitar la de los indios. Propongo arrancarle un brazo y una pierna.
La historia hay que comprenderla que no significa ni perdonar ni justificar. Hay unos hechos que analizan los que saben a partir de las fuentes, que establecen relaciones de corta y larga duración, que llegan a determinar lo negativo o positivo de las acciones humanas en un contexto que sólo podemos imaginar, pero nunca igualar a nuestro momento actual y cuanto más alejados menos hemos de hacerlo. Lo que nos parezcan los hechos no exime de su existencia ni tenemos derecho a borrarlos. Y esa es una de las problemáticas específicas de la historia contemporánea , donde el historiador como sujeto se mueve y comprende, porque también es su mundo, las acciones. Pero aún y así nuestra obligación del historiador es entender a Hitler, aborreciendo sus acciones, sin justificarlas, sin perdonarlas, pero pudiendo explicarlas con lógica histórica, porque el dictador nazi no fue único en aquel momento de extremada violencia para Europa que se produjo entre 1914 y 1945. Y, finalmente porque sólo con el estudio serio y difusión clara de la historia, analizando y sí, también juzgando, sin descabezar, pero con perspectiva histórica sosegada y documentada, la humanidad será mejor.