
Entre el 1 y el 18 de marzo de 1921 tuvo lugar la rebelión de la base naval de Kronstadt. Los que habían sido saludado como héroes de la revolución en las jornadas del 1917 eran ahora atacados y masacrados por el recién fundado Ejército Rojo. Un episodio en el desarrollo del proceso revolucionario soviético que había sustituido de la noche a la mañana a la Revolución Francesa como paradigma del cambio de régimen, ya fuera por adhesión o por rechazo. Los meses de febrero a octubre en los que se suceden diversas revoluciones que hicieron caer a una autocracia de trescientos años de Romanov, la aparición de nuevos actores en escena de manera casi convulsiva, la asunción del poder por grupos que nunca había tenido acceso, la definitiva y determinante presencia de un ejército desertor harto de la guerra culminaron en la toma del poder por los bolcheviques de Lenin que retorna a Rusia tras quince años de exilio encontrando el apoyo de los soviets controlados por sus hombres. En Petrogrado Trotski presidía la organización con abundante presencia de la marinería de la base naval de Kronstadt en la isla de Kotlin a 30 km. en el golfo de Finlandia cerca de la desembocadura del Neva, una fortaleza que albergaba la flota de combate del Báltico desde los tiempos de Pedro el Grande.
Sin embargo, la revolución que cambió el mundo en 1921 atravesaba por enormes dificultades, a la Guerra Civil que amenazaba la antigua ciudad imperial se unían el hambre y las enfermedades motivadas por la escasez. Lenin manejaba el proceso con mano de hierro y la población sufría habiendo perdido la esperanza en las promesas del 17. Protestas obreras, huelgas, algaradas callejeras y manifestaciones espontáneas pidiendo pan habían puesto al límite al poder bolchevique en la ciudad. Las facciones comunistas se hicieron de nuevo visibles poniendo en discusión el poder tal y como se había instaurado y la base naval no fue ajena a ello. Conscientes de su fuerza no sólo militar sino moral por el papel jugado en octubre hicieron públicas sus reivindicaciones, elección de los soviets, incluir a socialistas y anarquistas en ellos, liberalización económica, derechos civiles y eliminación de la burocracia estatalista. Sin embargo, pecaron de ingenuidad creyendo que la noticia provocaría otras rebeliones en el país cosa que no sucedió quedando aislados. La reacción fue furibunda por parte de Moscú y el día 5 de marzo llegó el ultimátum tras la toma de rehenes, familiares de los sublevados, por parte del soviet de Petrogrado que controlaba la situación en la ciudad. Tras rechazar la rendición quince mil hombres se dispusieron a plantar cara al Ejército Rojo dirigido por Trotsky que prometió aniquilarlos. La explanada de hielo que los atacantes debían recorrer era una barrera geográfica importante para terminar frente a la artillería y las ametralladoras de la base. El 7 comenzó el duelo artillero y el 8 los primeros ataques de la infantería. Diez días después tras tremendos combates la base se rindió. Más de diez muertos del Ejército Rojo fue el balance final, en la base no menos de mil pero la represión desatada inmediatamente oculta este número ya que hubo ejecuciones sumarísimas y los juicios posteriores no fueron públicos. Unos dos mil hombres consiguieron huir a Finlandia y el resto terminó en campos de trabajos forzados.
La vida continuó y Lenin aceptó algunas de las reivindicaciones económicas de Kronstadt aplicando la NEP y rebajando el llamado comunismo de Guerra y todo ellos durante el X Congreso del partido que se celebraba al mismo tiempo que se reprimía la rebelión. El mismo congreso en el que lejos de abrir la participación política se estableció un autoritarismo asfixiante que reforzó la disciplina interna del partido, prohibió las fracciones y acentuó las medidas disciplinarias señalando el camino a Josef Stalin.
Los que habían sido saludados como orgullo y gloria de la revolución y los rojos entre los rojos, desaparecían de un plumazo. En 1936 en plena época estalinista una película recordó su actuación en octubre. Ni palabra, obviamente, de lo sucedido en 1921, el último intento de cambiar un régimen que fue capaz de transformar muchas cosas pero que no quiso o no pudo acabar con el autoritarismo latente y consustancial a la Rusia contemporánea.