La Comuna de París

En marzo se cumplirán 150 años del comienzo de la Comuna de París, sesenta días después, conmemoraremos su final. Cuando llegue el día comentaré el hecho porque, sin duda, no es baladí. Y no será el único ya que en este 2021 también se cumplen cien años de la rebelión de Kronstadt, del asesinato de Eduardo Dato o del desastre de Annual.

Este primer artículo sobre la Comuna tiene como origen algunos otros que ya se están publicando y que, según mi parecer eclipsan los hechos tras una pantalla de presentismo que desvirtúa el necesario análisis histórico de aquellos días. Por lo tanto hoy no toca hablar de los sucedido sino de su lecturas.

El uso de la historia para fines políticos o justificaciones presentes no es nuevo ni desaparecerá. Los hechos significan algo porque los ponemos en relación y comparación de manera inmediata con otros hechos y aquí nos podemos encontrar con la siguiente paradoja, que el hecho sea cierto pero el objetivo de su utilización sea falaz.

La historia como disciplina académica con vocación científica no puede admitir interpretaciones parciales, interesadas y, por lo tanto arbitrarias. Resumiendo, todo lo que no sea un estudio histórico serio no es más que la opinión, el deseo y la valoración de hechos del pasado con criterios de presente con un objetivo, sentirse o reivindicarse la herencia de aquello que, evidentemente, se considera positivo.

Utilizar la historia para conmemorarse en el presente, no ser víctima pero considerarse heredero de ellas y de alguna manera obtener un reconocimiento en el seno de la sociedad es algo que se ve mucho últimamente pero que no justifica ni legitima nada.

Escribir artículos loando determinados aspectos de la Comuna porque se parece a reivindicaciones, acciones o lo que sea en el presente es un anacronismo que sirve para un determinado abuso de la historia, pero no «hace» historia.

Los acontecimientos producidos (porque los acontecimientos ocurren) en París entre marzo y mayo de 1871 merecen análisis y estudio con el objetivo de entender y explicar el hecho (los hechos se construyen racionalmente) basándonos en fuentes y argumentos y cuyo resultado, por científico, siempre puede ser rebatido.

El verse descamisado con un pañuelo rojo al cuello enarbolando una bandera sobre las barricadas, es una simpática visión romántica que enajena la posibilidad de buscar y reconocer la verdad que siempre, por la naturaleza de los estudios históricos será incompleta. Loar la Comuna, como todo lo contrario, no deja de ser humano tras el análisis detallado, sacar de aquí o de allá obviando unos la destrucción de patrimonio cultural irremplazable y los otros las medidas igualitarias adoptadas en la ciudad es desvirtuar la realidad. No tener en cuenta las opiniones de los protagonistas, la discusión entre Marx y Bakunin en el seno de la Primera Internacional, las imágenes gráficas, las «fake news», el contexto de una ciudad sitiada por los prusianos y un gobierno huido a Versalles,… En resumen, lo siento pero por mucho que se quiera ya no quedan «communards».

Publicado por luismi

Historiador, educador y novelista

Un comentario en “La Comuna de París

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